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HISTORIA y SITUACIÓN
No sólo es la pinacoteca más importante de España, sino una de las más sobresalientes colecciones del mundo. Es singularmente rico en obras de maestros europeos de los siglos XVI al XIX, y hay una amplia presencia de Velázquez, El Greco, Goya, Tizianao, Rubens y El Bosco, entre otros. El Prado no es un museo enciclopédico que tiene obras de todas las escuelas y épocas, es más bien de una colección intensa y distinguida, donada por una serie de reyes aficionados al arte, que donaban dichas obras o incluso las mandaban hacer por encargo a los grandes maestros de la época.
El edificio que alberga el museo, fue concebido durante el reinado de Carlos III, como edificio para el Real Gabinete de Historia Natural, siguiendo con los ideales de la Ilustración de dotar a la ciudad de grandes edificios para instituciones de carácter científico. El proyecto fue aprobado en 1786, aunque dado la gran duración de las obras, el proyecto inicial sufrió bastantes modificaciones. El edificio fue finalizado en el siglo XIX, aunque la Guerra de Independencia provocó que en esos años tuviera fines militares como cuartel de caballería, quedando prácticamente en estado de ruina.
La recuperación del edificio se inició a partir de 1818, que acabaría con la inauguración en noviembre de 1819 del Museo Real de Pinturas. La inauguración fue muy discreta y mostraba alguna de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. En este comienzo el museo contaba con 311 cuadros expuestos en tres salas, todos ellos de pintores de la escuela española, aunque almacenaba muchos más. En años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836). Dicho museo fue absorbido por el Prado en 1872. Tras el destronamiento de la reina Isabel II de España en 1868, el Museo Real pasó a ser nacional, medida ya irreversible tras absorber al citado de la Trinidad, puesto que ello supuso además que asumiera la designación como Museo Nacional de Pintura y Escultura que hasta entonces había tenido éste. Esta designación se mantuvo hasta 1920, año en que por real decreto de 14 de mayo recibió oficialmente su denominación actual de Museo Nacional del Prado, que era como se le conocía ya con anterioridad.
Durante el siglo XIX y buena parte del XX el Prado vivió una situación de cierta precariedad, pues el Estado le brindó un apoyo y unos recursos insuficientes. Las deficientes medidas de seguridad, con una parte del personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocaron la alarma de algunos entendidos. A pesar de las pequeñas ampliaciones que se fueron haciendo a lo largo de los años, empezó a haber un grave problema de espacio a partir de mediados del siglo XX, hasta que en 1995 se aprobó en las Cortes una gran ampliación y modernización del centro. Esta modernización y ampliación tuvo su máxima expresión cuando se culminó el proyecto de 2007 que tomaba para la pinacoteca parte del claustro de Los Jerónimos, que están conectados subterráneamente.
ARQUITECTURA
El edificio diseñado por Juan de Villanueva, en su concepción original, está formado por un cuerpo central terminado en ábside, al que flanquean dos galerías alargadas que terminan en pabellones cuadrados, uno a cada extremo. El cuerpo central destaca en planta y en alzado por un gran pórtico compuesto por seis columnas de orden toscano, un entablamento, una cornisa y un ático que lo remata. Esta fachada es el acceso principal, orientado hacia el Paseo del Prado, y presenta la originalidad de no disponer sobre la columnata del característico frontón triangular, sino de uno con forma rectangular, adornado por un friso escultórico obra de Ramón Barba, representando una alegoría del rey Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica. En su cara posterior, esta sección central termina en forma semicircular o absidial, de tal modo que su plano adopta forma basilical. Originariamente, dicha estancia abarcaba las dos plantas de altura, y a finales del XIX se dividió en dos pisos. El inferior era la sala de juntas, hasta su reciente conversión en recibidor. La planta superior es la actual sala 12, presidida por Las Meninas.
La fachada norte presenta un pórtico con dos columnas jónicas y sobre ellas un entablamento liso. Esta fachada corresponde a la segunda planta del edificio. Cuando se construyó el edificio, la primera planta quedaba, por ese lado, bajo el nivel del terreno, que por aquella época bajaba en una pequeña cuesta hasta el paseo del Prado, hasta que más tarde se desmontó este desnivel hasta ponerlo a la misma altura que el suelo real del monumento. Hubo que construir una escalinata para su acceso (1882). En el exterior, frente a la fachada principal, está ubicada la estatua de Velázquez. El pedestal tiene una dedicatoria: Los artistas españoles, por iniciativa del Círculo de Bellas Artes, 1899. Este monumento se inauguró el día 14 de junio de ese mismo año con la presencia de la Reina Regente y de Alfonso XIII. Existen además junto a la entrada principal monumentos dedicados a Goya y a Murillo.
COLECCIÓN
La colección sobrepasa las 8600 obras. De ellas, poco más de 3.000 proceden de la Colección Real, algo más de 2.000 del Museo de la Trinidad y el resto, más de 3.500, del fondo denominado de Nuevas Adquisiciones.
Las principales secciones del Museo están divididas por la nacionalidad del artista, así se encuentran entre otras las secciones de Pintura española, flamenca, italiana, francesa, alemana, holandesa y británica. De la misma manera se encuentran secciones dedicadas a la escultura, dibujos y estampas y artes decorativas.
Colección Real: Es el núcleo original de la colección del museo. Dicha colección se cimentó en tiempos de Felipe II, y los cuadros encargados a título personal, iban pasando de generación en generación. Tanto los Habsburgo como los Borbones, hicieron numerosos pedidos a los grandes artistas de la época, desde retratos a obras religiosas, con las que fueron decorando los numerosos palacios y lugares donde residían a lo largo de todo el territorio español. De esta colección son gran parte de las obras de Velázquez, Murillo o Rubens entre otros.
Museo de la Trinidad: En la formación de las colecciones del Museo del Prado, el antiguo Museo de la Trinidad representa el segundo gran núcleo, aunque la extensión, variedad y calidad de sus fondos fueran mucho menores que los de la Colección Real. Fue creado este museo, que se denominó Nacional, como consecuencia de las Leyes de Desamortización de Mendizábal (1835-36), cuya magnitud y extensión creó en muchas personas una lógica preocupación por las obras de arte conservadas en las iglesias y conventos afectados. Finalmente, se decidió disolverlo, incorporando sus fondos al Museo del Prado, en el año 1872, provocando en éste una situación paradójica, pues si bien la colección de pintura de tipo religioso se vio completada de forma magnífica, por otro lado aumentó aun más la ya de por sí crónica saturación de espacios.
Museo de Arte Moderno: Fue un Museo Nacional dedicado a las obras de los siglos XIX y XX. En 1971 la colección fue absorbida por el Prado, mientras que las obras del siglo XX, pasaron al Museo Reina Sofía.
Nuevas adquisiciones: Desde los inicios del Prado hubo mucho ineterés en acabar de completar muchas colecciones. Las adquisiciones han sido importantes tanto en número como en calidad, siendo algunas cedidas mediante donaciones, o incluso herencias y legados.
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